Argentina puede ser salvada por dos industrias

No cabe duda de que la política macroeconómica tradicional, basada en recursos naturales como el gas, el petróleo, la carne y la soya están estancadas en el pasado o, al menos, en un modelo de economía que depende mucho, quizá demasiado, de factores externos y, principalmente, del precio del dólar.

Argentina puede ser salvada e incluso es posible hacerlo en corto tiempo, porque las industrias que necesitan ser más soportadas por políticas gubernamentales necesitan también muy baja inversión, en comparación con las mencionadas anteriormente.

Adicionalmente, el capital humano está presente, aunque se necesita -y quizá esta sea la inversión más costosa – capacitar y modernizar los modelos de enseñanza.

¿De qué industrias estamos hablando? Son varias. Aunque la mayoría están basadas en un servicio que está entre nosotros desde hace más de 20 años: Internet. 

Particularmente estas dos están relacionadas: sin métodos de pago eficientes y online no puede existir el iGaming. Pero ambas ofrecen al país, en el caso de abrirse a inversiones internacionales, una alta entrada de dólares, un crecimiento del empleo joven, crecimiento de otras industrias paralelas como los e-commerce, modernización de las transacciones cotidianas, etc.

¿Cómo se llega a esto? Con regularización.

Fintech – hemos avanzado pero ¿estamos cerca?

Mercadolibre es probablemente el mejor ejemplo de lo que una empresa Argentina del presente y del futuro debe ser. Pero ¿por qué es la única que realmente suena?

La banca argentina tiene capitales fuertes y atados a sectores económicos tradicionales que deben ser negociados. Pero, sobre todo, la banca debe aliarse con los nuevos métodos de pago del futuro.

En Europa, por ejemplo, encontramos un buen número de empresas -alguna vez startups – que hoy en día lideran los pagos cotidianos. Algunos nombres que resuenan en el antiguo continente son Revolut, Monese, entre otros. Con ellos es posible pagar en el instante, entre personas o hacer transacciones online de manera totalmente segura. Incluso, al menos en Revolut, es posible participar en el mercado de valores y hacer transferencias a cuentas bancarias tradicionales. Todo esto sin costo o con un costo muy bajo.

Nada de esto sería posible si no fuera por una política encauzada hacia la liberalización de las transacciones y hacia la eficiencia. Una mentalidad modernista que busca simplificar la cotidianidad y, que hasta ahora, sólo Gasparin ha entendido.

Las fintech pueden jugar un rol decisivo para salvar la economía

Con estas cuentas o también llamados en otros países “Neo banks”, es posible incluso viajar al extranjero y comprar directamente en la moneda local del país sin costo. No hay 30% de ningún tipo a pagar, ni tampoco la temida fuga de dólares.

Es una idea maravillosa que en la Argentina ameritaría mucho trabajo político, principalmente para destrabar medidas que han sido impuestas para contener la cultura misma: la compra de dólares para ahorrar.

No son bancos, porque no prestan dinero, ni tampoco tienen el mismo tipo de licencias, pero las personas le confían, por lo menos las cantidades pequeñas. La caja menor para las transacciones del día a día.

iGaming – ¿y qué es eso?

iGaming es un nombre muy sofisticado para una industria de entretenimiento online que se basa, más que nada, en casinos online y apuestas deportivas.

Una industria que es muy fuerte en Europa y que, en los países en los que está regularizado, como en Colombia, ha pagado el servicio de salud pública o en el caso de España, donde contribuye enormemente al fisco.

Una licencia en un país español cuesta millones de euros. Todos ellos van para el fisco estatal. ¿Si en Argentina hay un déficit fiscal por qué no aprovechar de una tendencia como ésta?

Las cuestiones éticas, como la adicción al juego online son válidas pero están muy lejos de ser un problema: los casinos y las apuestas han existido desde siempre; por otra parte, en la legalidad, se puede regular de tal forma (límites de depósito y retiros; política de juego responsable; regulación de publicidad, etc.) que el impacto social es realmente reducido o, al menos, no alarmante.

Volviendo al ejemplo europeo, en España, no hace mucho se reguló la publicidad de bonos de bienvenida (aquellos que fomentan el primer depósito de un jugador en un casino o plataforma de apuestas online); Inglaterra, por otra parte, tiene un sistema de regulación estricto por el que si un casino viola, de alguna manera, las leyes vigentes, es sancionado o incluso se le retira la licencia.

iGaming define a la industria de entretenimiento online que se basa, más que nada, en casinos online y apuestas deportivas

Un aspecto muy importante a tener en cuenta es que, la industria de iGaming depende en gran parte de un buen sistema de pagos rápido, eficiente, accesible y sin costos. La mayoría de los jugadores en España prefiere pagar con tarjeta de crédito o jugar en casinos PayPal en España para tener su dinero en el acto y evitarse costos y tiempo en otros métodos más tradicionales como las transferencias bancarias. Algo que en Argentina, todavía no es realmente posible.

Muchos casinos online pagarían muy bien por una licencia en Argentina. Un país con más de 40 millones de personas, pasión por el deporte y una clase media con valor adquisitivo.

En este momento (2021), si un argentino quiere jugar, probablemente lo haga en un casino que no es legal en su país y que tampoco paga impuestos a Argentina. Algo que expone al jugador, pero sobre todo no favorece la economía.

¿Qué hay que solucionar para llegar allí?

  • Regulación del juego online a nivel nacional. (Por el momento sólo la Provincia de Buenos Aires lo ha hecho).
  • Los métodos de pago electrónico o la denominada fintech, tiene que crecer y afianzarse.
  • Eliminación de costos que desincentivan la inversión.
  • Desarrollo de un departamento estatal dedicado a monitorear el juego responsable.
  • Invertir en capital humano: conocimientos en digital, desarrollo web, SEO, SEM, content marketing, entre otros.