Así fue el “debut” de Dieguito Fernando en Tristán Suárez
Seguramente este 17 de febrero quedará en la historia de su vida como una fecha importante, aunque él ni se acuerde mucho de lo que haya pasado.Mamá Veronica en el tablón del gimnasio, acompañada por su pareja Mario Baudry, y con Dulce Granados (pareja de Alejandro y madrina) siguiéndolo con la mirada también. En el amplio espacio al lado de la cancha profesional del equipo que acaba de ascender a la Primera Nacional, cerca de 20 chicos haciendo ejercicios con pelota. Todos entretenidos, 100 por ciento lúdico, todo. Y ahí, entre alguno con más pinta de futbolista que otro, Dieguito F. con la 10 de entrenamiento de entusiastas en Tristán Suárez. Con su carita con aire del más grande de todos los tiempos que tanta alegría deportiva regaló, el hijo menor, el último heredero, quiso arrancar con una escuelita y se le dio. La primera vez del 10 con profes y compañeritos en canchita con arcos. Emoción a full de mamá Verónica Ojeda y de quienes sabían realmente que no era un día más, porque era el “debut” de Dieguito Fernando Maradona en una escuelita.
Los chicos hacían ejercicios y se divertían con la pelota, como corresponde. Un grupo de entre siete y diez años. Ningún trato especial para Dieguito, que llegó al club con ropa habitual y se cambió con la que les da Tristán Suárez a sus aprendices (con la leyenda “un club que crece” y destacada la fecha del ascenso). Botines bien sencillos, negros, para pegarle con inmensa alegría a la pelota. Como cuando se lo veía con papá Diego jugando y corriendo en entrenamientos en Sinaloa (México) o en Gimnasia. Pasión en su mejor versión, la de un nene que es un fana del fútbol como lo era su gran referente y que es su pasatiempo preferido. Tanto que la semana pasada le preguntó a su mamá cómo jugaba Maradona, y cuando le dijeron que había sido el número uno, respondió: “Entonces yo voy a ser el dos”. Hay un largo camino, claro, pero el sueño del hijo está, y seguirán los ‘entrenamientos’ siempre rodeado de afecto, y vendrán sugerencias de pasar la pelota, de ser buen perdedor, de alimentación y otras tantas.
Hubo foto grupal e individual de los chicos con la Copa que se ganó Tristán Suárez por el ascenso. Y alrededor de una hora de pelota, de pararla, de pegarle al arco sin presiones, de divertirse y sudar la numero 10. Había satisfacción en los profes del club por la chance de poder darle algo a Dieguito, en un camino que recién empieza a recorrer con el fútbol, tres veces por semana. Después de cansarse con el trabajo de grupo, Dieguito fue a la cancha de verdad y ahí se quedó jugando con un compañerito, pegándole de puntin con cualquiera de las dos piernas, bajo un sol que pegaba fuerte.
Un 17 de febrero para toda la vida, que seguramente en el futuro no lo recordará en detalle. Y tendrá estas líneas siempre para saber, además de lo que le recuerde su mamá, cômo fue su primer día de fútbol.