Frances Tiafoe, un tenista comprometido con la igualdad y la lucha contra el racismo que debuta en el Argentina Open
Frances Tiafoe conoce lo que es el sacrificio. Lo vivió en primera persona, en su hogar, a su alrededor, en su barrio. Actual 62° del ranking mundial de tenis (fue 29° en febrero de 2019), es lo suficientemente lúcido para valorar lo que sus padres hicieron por él y por su hermano gemelo, Franklin. Frances Tiafoe Sr. y Alphina Kamara pisaron EE.UU. en 1996, provenientes de Sierra Leona, tratando de hallar las oportunidades que no había en esa porción del occidente africano. Antes de que Tiafoe se transformara en un prodigio de las raquetas (en 2013, con 15 años, fue el más joven en ganar el prestigioso Orange Bowl, en menores de 18; más rápido, inclusive, que Roger Federer, John McEnroe o Bjorn Borg), sus padres, sin descansar, hicieron malabares para progresar.
En 1999, con hijos de un año, Tiafoe Sr. se apuntó como jornalero en la construcción del Junior Tennis Champions Center, en College Park, una ciudad del Condado de Prince George, en el estado de Maryland. Por entonces se hacía llamar Constant Zubairu, en homenaje a un tío que había dejado Sierra Leona antes que él. Como el dinero no le alcanzaba, decidió trabajar en doble turno, dedicándose a la limpieza del complejo durante el día y cuidando las canchas de tenis (de clay) por las noches. Según un informe de The Washington Post, Tiafoe Sr. nunca había empuñado una raqueta en su vida, pero velozmente aprendió a conservar los courts: regaba, pasaba el rodillo y la rastra, y cargaba docenas de bolsas de polvo para arrojar en las canchas. Ante semejante exigencia horaria, un día decidió mudarse a una diminuta habitación vacía del complejo de tenis. Allí dormía, allí se duchaba, allí comía y guardaba su ropa. Inclusive, durante los períodos en los que Alphina trabajaba en turnos nocturnos como enfermera en asilos de ancianos, los niños se quedaban con él. Deudas, embargos, obstáculos para pagar el alquiler fueron parte del escenario de los Tiafoe durante años.
“Apenas tuve tiempo para ser un niño. Mis padres son inmigrantes de Sierra Leona. Mi padre era conserje en unas instalaciones de tenis en Maryland, y yo tuve la suerte de estar cerca del deporte desde temprana edad, a pesar de no tener el dinero ni las oportunidades de otros niños. Nada de eso me importó para soñar a lo grande. Me esforcé al máximo cada día con una gran sonrisa en la cara (…) Aquí estoy, me acabo de enterar de que gané el premio Humanitario Arthur Ashe. Ese pequeño niño con grandes sueños ahora ha asociado su nombre con el tuyo. Es una locura. Pero sé que esto no es sólo un premio. Es un tremendo honor y una enorme responsabilidad. Ya no soy ese niño sonriente en ascenso. Sé que necesito llevar esta antorcha y marcar la diferencia en el mundo”, escribió Tiafoe en enero pasado, en atptour.com, en honor a Arthur Ashe (fallecido en 1993), el único hombre afroamericano en ganar Wimbledon (en 1975), promotor de la igualdad y símbolo de la lucha contra el racismo en los Estados Unidos y el apartheid en Sudáfrica.
Muchas cosas sucedieron desde que Tiafoe era chico y conoció el tenis gracias al trabajo de su padre. En 2014 fue N° 2 del mundo junior y debutó en el ATP Tour, en 2015 se convirtió en el estadounidense más joven (17 años, 3 meses) en jugar en el cuadro principal de Roland Garros desde Michael Chang en 1989, y en 2018, al ganar el ATP de Delray Beach con 20 años, se transformó en el campeón norteamericano más joven en el circuito desde Andy Roddick, que con 19 ganó en Houston 2002. Al margen del court, Tiafoe eleva la voz. Causó un gran impacto durante la accidentada temporada 2020 (con cinco meses de suspensión por la pandemia), subastando artículos firmados por deportistas y donando lo recaudado al Center for Disaster Philanthropy. Además, tras el asesinato de George Floyd, impulsó, junto con su novia, la tenista canadiense Ayan Broomfield, un proyecto que unió a la comunidad negra del tenis. La secuencia incluyó a Serena Williams, Coco Gauff, Naomi Osaka, James Blake y Gael Monfils, entre otros. “Quería que la gente supiera que todo el mundo importa. No importa quién eres, de dónde vienes o de qué color es tu piel. Todo el mundo tiene la oportunidad de ser algo especial”, añadió Tiafoe.
Para él, Arthur Ashe es una inspiración. Para otros jóvenes deportistas, Tiafoe es un modelo a seguir. Él asume la responsabilidad. “Sí, totalmente, soy consciente de ello. Las historias se construyen una sobre otra, hay que ver hasta donde llegamos después. Tengo 23 años, aparecí en escena muy temprano. No tengo 27 ni 28 años, pero jugué muchos torneos, todavía sigo aprendiendo [NdR: tiene un récord de 78 victorias y 92 derrotas; además del título en Delray Beach, perdió la final de Estoril 2018]. Tuve mis momentos buenos y malos. Pero es muy importante cómo uno se comporta”, le expresa. Está en Buenos Aires, donde esta tarde debutará en el Argentina Open, siendo el 8vo preclasificado (no antes de las 18, en el court central Guillermo Vilas, ante el santafesino Facundo Bagnis, 115° del tour).
Ashe, número 2 del mundo en 1976, visitó la Argentina en un puñado de oportunidades: en 1966 actuó en el Campeonato de la República y en 1987 llegó para ofrecer clínicas en La Horqueta, el club de San Isidro que dirigía Batata Clerc. Tiafoe nació cinco años después de que Ashe muriera. “Wow, me hubiera encantado tenerlo por delante a Arthur. Nada me hubiera gustado más que estar junto con él, conversar, discutir. Él podría haber sido presidente de EE.UU., tenía una gran influencia. Pero una leyenda nunca muere. Hay hechos que son reales en la vida y hay que comprometerse. Lo que hicieron los tipos de la NBA, por ejemplo [NdR: protestaron contra el racismo]. Yo sentí que era mi obligación hacer lo mismo, con mi novia sentimos que era especial”, aporta Tiafoe, en un rincón del Buenos Aires Lawn Tennis Club. También tiene a LeBron James como referente, claro: “Es mi ídolo. No es lo que significa para el mundo del deporte únicamente: es influyente de tantas maneras. Siempre estoy involucrado con lo que hace, no solo en el básquetbol. Es muy grande”.
Atemorizado por el brote de coronavirus, Tiafoe entendió que era más seguro participar de la gira sudamericana sobre polvo de ladrillo (la semana próxima competirá en el ATP 250 de Santiago de Chile) y no viajar a los certámenes del Viejo Continente. La superficie lenta no es, claramente, en la que Tiafoe se siente más cómodo: 10 triunfos-19 derrotas en el tour, con cinco eliminaciones en la primera ronda de Roland Garros. “No quería ir a Europa por el Covid-19, me parece que acá está un poco mejor. Sin dudas que el polvo de ladrillo de Sudamérica, de Francia y de España son superficies difíciles para mí, no es donde yo crecí, pero he tenido la oportunidad de jugar y de mejorar. Se vendrán semanas en las que tendré la posibilidad de ganar, tendré partidos duros, sobre todo con los jugadores que son especialistas en clay, que juegan y mueren allí. Me gusta el clay. Me parece que va a ser interesante esta gira; estoy listo para cualquier desafío”, dice Tiafoe, que esta temporada alcanzó los cuartos de final de Delray Beach, perdió en la 1ª ronda del ATP de Melbourne 2 y en la segunda rueda de Australia, frente a Novak Djokovic (luego, el campeón).
-¿Qué importancia le das a la salud mental en el tenis?
-La mente es muy grande y hay que estar siempre en buena forma, aunque no es fácil. Es difícil porque estás mucho tiempo alejado de la familia. Muchos jugadores sufren la parte mental, porque es casi todo. Muchas veces la psicología en el deporte está menospreciada y es un error.
-¿Pensás que, definitivamente, llegó el momento de la transición en la elite del tenis, con los más jóvenes complicando al Big 3?
-Creo que está viniendo el cambio, sí. Estamos viendo, por ejemplo, que (Stefanos) Tsitsipas le gana a Rafa [NdR: en los cuartos de final del último Australian Open], que otros tipos presionan a Novak. Hay un par de chicos por ahí muy buenos. Pero se trata de creer. No va a ser fácil porque estos tipos (los del Big 3) siguen haciendo lo mejor que pueden, pero se viene el recambio y no me sorprendería que algunos de estos chicos ganen pronto un Grand Slam. Thim ya lo hizo, pero él es un poco más grande (tiene 27 años).
-Siempre elegiste a Del Potro como el ídolo tenístico de tu infancia. Lo enfrentaste tres veces y hasta le ganaste en Delray Beach 2018. Juan Martín no compite desde junio de 2019 y su futuro es una incógnita. ¿Qué te provoca su situación? ¿Crees que volverá?
-Ha hecho una gran carrera y es uno, para mí, de los miembros del Salón de la Fama. Estuvo entre los tenistas top muchas veces, es uno de los grandes de todos los tiempos. Sus lesiones, realmente, han sido un tirón hacia atrás, pero es uno de los mejores de siempre. Espero que no abandone el tenis. Creo que no debe tener apuro en recuperase, tiempo al tiempo, sin presiones por mejorar el ranking, tiene que tomarse su tiempo y volver cuando esté listo. El circuito lo extraña.