La vacuna de Oxford, que el Gobierno español esperaba para diciembre, ha suspendido sus ensayos por una reacción adversa: qué significa y cuáles son los siguientes pasos
Una de las vacunas contra el coronavirus más prometedoras, la que están desarrollando la farmacéutica AstraZeneca y la Universidad de Oxford, se ha visto obligada a suspender sus ensayos tras encontrar una reacción adversa en uno de los participantes. Según la compañía, esta reacción (una “enfermedad potencialmente inexplicable”) solo se produjo en uno y la pausa de los ensayos es un procedimiento rutinario durante el desarrollo de la vacuna.
Por el momento, no hay muchos más detalles que nos permitan evaluar el alcance real de este problema. Pero, sin lugar a dudas, la noticia de la suspensión de los ensayos nos devuelve a la cruda realidad del desarrollo de medicamentos la misma semana en la que el Presidente Sánchez afirmaba que el Gobierno esperaba usar esta misma vacuna “empezar a vacunar a parte de la población en España” durante “el mes de diciembre”.
¿Qué ha pasado?
Es el momento del desarrollo de medicamentos donde podemos conocer el efecto real del fármaco en el contexto real de uso. Y lo que han descubierto los equipos de AstraZeneca y la Universidad de Oxford es una reacción adversa en un participante del Reino Unido. No ha trascendido ni la naturaleza de esta reacción ni la fecha exacta en que ocurrió.
Según la empresa, se trata de “una acción rutinaria que tiene se activa siempre que aparece una enfermedad potencialmente inexplicable en uno de los ensayos; mientras se investiga, para asegurar la integridad de la investigación” y la salud de los pacientes, se suspenden las pruebas.
De hecho, en el contexto de la investigación farmacológica e inmunitaria, este tipo de suspensiones son muy habituales. Si todo va bien se reanudará en poco tiempo; si las investigaciones muestran problemas serios podría hundirse en ensayo completo. No parece que este último sea el caso por ahora, pero sin más datos no se puede descartar ningún escenario.
¿Qué significa?
No obstante, sí cabe hacer una lectura positiva del incidente. En un contexto de tanta presión y con tantos intereses económicos, que una de las vacunas más prometedoras suspenda sus ensayos por una reacción adversa en un solo participante es síntoma de que los controles están funcionando. Durante meses, las suspicacias sobre el desarrollo de la vacuna han estado a la orden del día y han extendido cierta sensación de que lo importante era tenerla disponible (aunque fuera a costa de su seguridad). La decisión de AstraZeneca aporta cierta tranquilidad en este sentido.
Más allá de todo eso, lo que sí está claro es que la noticia aparece como un recordatorio de que en ciencia no conviene inflar expectativas porque no hay ninguna seguridad de que se pueda cumplir. Hay que recordar que en julio ya se decía que la vacuna de Oxford podría estar disponible para septiembre y que en las últimas semanas, con el anuncio de la vacuna rusa y los rumores de que la Casa Blanca podría saltarse los ensayos para aprobar la suya antes de las elecciones de noviembre, los anuncios y las promesas se han ido sucediendo sin datos que los avalaran.
¿Cómo nos afecta? ¿Cuáles son los siguientes pasos?
Esta suspensión de los ensayos clínicos también ayuda a entender por qué los distintos gobiernos llevan meses cerrando acuerdos con numerosas farmacéuticas y centros de investigación. El desarrollo de una vacuna, incluso cuando se cuentan con los enormes recursos de los que se disponen en este momento, es siempre un proyecto muy arriesgado. Las probabilidades de fracaso son altas y nadie quiere poner “todos los huevos en una misma cesta”. La lucha de posiciones por el acceso a la vacuna no ha hecho más que empezar.