River goleó a Vélez, terminó segundo en la Zona B y enfrentará a Barracas en octavos

Con goles de Driussi, Colidio, Nacho Fernández y Borja (de penal), el Millonario se impuso por 4 a 1 sobre el Fortín, que descontó vía Carrizo.

Gallardo la vio. Algo de razón tuvo, el Muñeco, cuando dijo que a este River había que tenerle paciencia. Y ahora sí, va. Va el tercero al hilo ganado para quedar segundo y consolidar su idea en un clima que se mezcló el morbo de Madrid y las cargadas para Guillermo con la remake del diluvio de Noé.

A River le salió todo acorde a su plan. Alcanzando el segundo lugar del grupo. Asegurándose definir en el Monumental los octavos y los eventuales cuartos de final. Y esencialmente confirmando su identidad.

Y es que desde la victoria ante Gimnasia, en River el optimismo ha brotado como maná, lo que le permitió crecer al compás de sus partidos: empató un bravo 0-2 ante Independiente del Valle en Quito, mejoró contra Boca para ganar y ante Vélez verificó su cuenta.

Es cierto que Randall Rodríguez, arquero uruguayo con solo dos partidos en Primera, compiló macanas para obsequiar un rebote en la génesis del 1-0 (Driussi, en modo killer, definió sin rodeos) y, después, para no contener y perder una pelota larguísima que Mastantuono no dio por perdida y que ganó antes de asistir a Nacho.

Pero River no ganó por los yerros de Rodríguez. O no únicamente. Lo hizo porque estuvo “presente” ante Vélez, como elige definir Gallardo a la combinación de intensidad y precisión con estética. Lo hizo distribuyendo, alterando a los volantes internos (Nacho y Galoppo) para que el rival no tuviera referencias y así explotarlos mejor y dejando como vértice de recuperación a un Enzo Pérez en alza.

Cuando todo eso estructuró una constelación, el que aplaudió fue Gallardo: conducción de Mastan, un pase de Nacho F. para Colidio, un control con caño del rubio y su posterior tiro a colocar para el tercero y las palmas con énfasis del Muñeco para celebrar tanto la gestión de la pelota como la definición.

De eso es capaz River si se mantiene regular y no se relaja defensivamente: la distancia entre el pack titular y alternativo es grande. Quedó en evidencia en el cabezazo que casi termina en gol en contra de González Pirez o en el gol de Maher Carrizo. O cuando no descansa sobre la ventaja, pecado que cometió, por caso, durante los primeros quince minutos del segundo tiempo. Cuando Vélez, con muy poco (un par de tiros de Romero demasiado desviados y un tiro de Pizzini al poste que generó zozobra) amagó con generar suspenso.

Pero Guillermo no tiene lo que Gallardo: suplentes para oxigenar y darles descanso a quienes necesita con resto para ir a Guayaquil. Y para reacondicionar. Y redondear el 4-1 con un penal que Borja se debía.

Sosteniendo una victoria para terminar en lo más alto que podía esta última fecha de la primera fase.

Revirtiendo todo lo que se pensó hace apenas un mes, cuando no se ganaba y se sufría. La paciencia y el Muñeco surtieron efecto.

ole.